La excesiva explotación de los sistemas naturales por la acción humana está, desde hace varias décadas, poniendo en peligro la diversidad biológica y, por tanto, la obtención de los recursos biológicos que tiene la humanidad para poder seguir habitando el planeta.
En los años ochenta se elaboró la Estrategia Mundial para la Conservación de la Naturaleza donde aparece, por primera vez, el concepto de desarrollo sostenible. Posteriormente, se estableció el Convenio sobre la Diversidad Biológica, firmado en la Conferencia de Naciones Unidas de Medio Ambiente y Desarrollo celebrada en Río de Janeiro en 1992, y es aquí donde se plantea conservar la biodiversidad en su conjunto, como la variedad de la vida en sus formas genética, de especies y de comunidades y el mantenimiento de los procesos ecológicos, definiendo la biodiversidad como:
“LA VARIABILIDAD DE ORGANISMOS VIVOS DE CUALQUIER FUENTE, INCLUIDOS, ENTRE OTRAS COSAS, LOS ECOSISTEMAS TERRESTRES Y MARINOS, OTROS ECOSISTEMAS ACUÁTICOS Y LOS COMPLEJOS ECOLÓGICOS DE LOS QUE FORMAN PARTE, COMPRENDE LA DIVERSIDAD DENTRO DE CADA ESPECIE, ENTRE LAS ESPECIES Y DE LOS ECOSISTEMAS”.